Maquila paraguaya: un espejo de la reforma laboral que pretenden para Argentina

Sergio Alvez

La industria maquiladora en Paraguay lleva 25 años funcionando. Detrás de las ganancias y las inversiones, se exponen resultados nefastos para los trabajadores: salarios mínimos, largas jornadas, derechos laborales limitados y debilitamiento sindical. Mientras los beneficios se concentran en los inversionistas, los empleados enfrentan dificultades para estudiar, acceder a vivienda o mejorar su calidad de vida, mostrando un espejo inquietante para la reforma laboral que Argentina debate hoy en el Congreso.

Mientras Argentina se alista para debatir en el Congreso una reforma laboral que busque dar mayor flexibilidad a las empresas, complementada por el RIGI (Régimen de Incentivos a la Generación de Inversiones) para atraer capital, los resultados de un modelo similar pueden verse al otro lado de la frontera. Ciudad del Este, en Paraguay, se presenta como el principal exponente de la “maquila”, el modelo productivo que lleva 25 años operando en la región: empleos de bajos salarios, derechos laborales limitados y jóvenes obligados a trabajar largas jornadas, mientras los beneficios económicos se concentran en los inversionistas. La experiencia fronteriza funciona como un espejo inquietante de lo que podría suceder si se implementan cambios similares en Argentina.

La “maquila” es el nombre popular que en Paraguay designa a la industria maquilera, un sistema basado en la producción de bienes exportables, elaborados por encargo de matrices radicadas en el exterior y que son enviados a diferentes países del mundo.

En Paraguay, el origen de la “maquila” conduce al año 1997, cuando se promulga la Ley N° 1064 que regula a la las industrias maquiladoras de exportación. En julio de 2000 se emite el Decreto N° 9.585/00 que reglamenta la Ley. De este modo, las primeras operaciones bajo el régimen de maquila se registraron a mediados de 2001.

Modelo

Las empresas bajo el régimen de maquila en Paraguay gozan de beneficios fiscales significativos: pagan un Tributo Único del 1% sobre el valor agregado en el país, están exentas del IVA y pueden recuperar créditos fiscales de compras locales, tienen suspensión de aranceles para importar materias primas, maquinaria y otros insumos, y no tributan por remesas de ingresos o dividendos al exterior. Este esquema concentra ventajas para los inversionistas mientras reduce al mínimo la carga fiscal sobre la producción.

Según la Cámara de Empresas Maquiladoras del Paraguay (CEMAP), ente fundado en el año 2001, el modelo crea aproximadamente 6500 puestos de empleo por año.

Para ilustrar el funcionamiento del régimen de maquila, puede considerarse, a modo de ejemplo aleatorio, el caso de una compañía tecnológica estadounidense que encarga a una empresa paraguaya el ensamblaje de sus computadoras antes de enviarlas a Brasil. Las piezas y componentes necesarios se importan temporalmente para el proceso de montaje. Una vez ensamblados, los equipos se exportan con un etiquetado que indica su origen estadounidense. Todo esto se realiza bajo la figura legal de la “admisión temporaria”, reconocida tanto por la legislación paraguaya como por las normas del Mercosur y de la Organización Mundial de Comercio.

Al cierre de octubre de 2025, las industrias bajo el régimen de maquila en Paraguay registraron exportaciones por 1.052 millones de dólares, lo que representa un incremento de 134 millones respecto al mismo período del año anterior, según el informe del Ministerio de Industria y Comercio de Paraguay. Los principales rubros exportados fueron autopartes (34%), confecciones y textiles (17%), aluminio y manufacturas (13%), productos alimenticios (12%), plásticos (7%) y productos químicos y farmacéuticos (6%). Estas categorías concentraron el 76% del total de las exportaciones del régimen de maquila.

El destino de los productos elaborados bajo este régimen también está concentrado: el 81% se dirige a países del MERCOSUR, con Brasil como principal receptor (64%) y Argentina en segundo lugar (15%), seguidos de Estados Unidos, Países Bajos, Bolivia, Chile y Uruguay en proporciones menores. En términos de importaciones, las empresas maquiladoras registraron compras de insumos, materias primas y maquinaria por un total de 563 millones de dólares en los primeros diez meses de 2025, un incremento del 18% respecto al año anterior. La balanza comercial del sector permanece positiva, con exportaciones que superan a las importaciones en un 87%.

En cuanto a la distribución geográfica, el 47% de las empresas bajo programa de maquila se encuentra en el departamento de Alto Paraná, ubicado en la frontera con Argentina, seguido de Central (29%), Capital (9%) y Amambay (6%). En total, estas cuatro jurisdicciones concentran el 91% de las empresas aprobadas bajo este régimen.

Ganadores y perdedores

El empleo generado por la maquila alcanzó los 35.447 puestos de trabajo, con un incremento interanual de 6.676 empleos. Del total de trabajadores, el 71% se concentra en los sectores de confecciones, autopartes, servicios intangibles, plásticos y químicos, mientras que la distribución por género registra un 55% de hombres y un 45% de mujeres.

La contracara de estas estadísticas favorables para empresarios e inversionistas, es la situación de los trabajadores empleados en la “maquila”.

En Paraguay, además de las ventajas tributarias lo que más atrae a las empresas maquiladoras es el bajísimo costo laboral: la enorme mayoría de los trabajadores perciben el salario mínimo establecido por ley. Ese sueldo, actualmente (diciembre de 2025), se ubica en los 2.899.048 guaraníes, equivalentes a unos 415 dólares.

En su trabajo académico “Un breve análisis de la maquila en Paraguay”, la investigadora paraguaya Gloria Agüero Morel, explica que “el crecimiento de las empresas maquiladoras en Paraguay, especialmente en la región de Ciudad del Este fronteriza con el Brasil, ganó impulso a partir del mediado de los años 2000, a pesar de la ley de maquila finalizando la década de 1990. La inspiración reside en la iniciativa mexicana que implementó una política de instalación de la industria maquiladora a partir de 1965 en la frontera norte del país, en la divisa con los Estados Unidos”.

La investigadora detalla que “la Maquila es una forma de reorganización de la producción por las corporaciones transnacionales en escala global para obtener ventajas competitivas de los diferentes mercados, especialmente en los mercados laborales pagando bajos salarios”.

Uno de los principales factores que atrae inversiones al régimen de maquila en Paraguay es entonces el abaratamiento de la mano de obra, resultado de una protección social más limitada para los trabajadores. En otras palabras, el debilitamiento en materia de derechos laborales, resulta un aspecto clave en el engranaje de la industria maquilera.

En Brasil, por ejemplo, el Código Laboral garantiza 30 días de vacaciones tras el primer año de empleo. En Paraguay, en cambio, quienes tienen entre 5 y 10 años de antigüedad reciben 18 días, y los trabajadores con menos de 5 años solo cuentan con 12 días de vacaciones al año. Esto significa que un trabajador paraguayo con menos de cinco años de experiencia trabaja 14 días más que un trabajador brasileño en igualdad de condiciones, reduciendo los costos laborales y aumentando el atractivo del país para las empresas maquiladoras (Paraguay, 1993; Brasil, 1943).

En Argentina, la Ley de Contrato de Trabajo (LCT, Ley 20.744) establece que los trabajadores tienen derecho a 14 días de vacaciones tras el primer año de antigüedad, con un aumento progresivo según la antigüedad: 21 días a los 10 años, 28 días a los 20 años y hasta 35 días a los 25 años o más (Argentina, Ley 20.744). Comparando ambos sistemas, se observa que los trabajadores paraguayos con menos de cinco años de antigüedad trabajan más días al año y reciben menor protección que sus pares argentinos, lo que convierte la reducción de costos laborales en un elemento central del régimen de maquila y explica su atractivo para la inversión extranjera, especialmente en la frontera con Argentina.

“No es un modelo recomendado”

En las conclusiones de su investigación, Gloria Agüero Morel sentencia que “la industria maquiladora no es un modelo recomendado según investigaciones para adoptar como una salida para el desarrollo industrial de una nación, porque este emprendimiento está interesado en maximizar sus ganancias colectiva, en ningún aspecto busca el bienestar de los trabajadores y ni la situación económica y social del país”.

Según la periodista Dolly Galeano, corresponsal del diario La Nación en Ciudad del Este, La mayoría de los trabajadores de la industria maquilera “son jóvenes que están empezando a formar una familia, y el salario que reciben apenas alcanza para cubrir los gastos básicos. En muchos hogares, tanto el padre como la madre deben trabajar para llegar a fin de mes. Ambos salarios no permiten ahorrar ni mucho menos acceder a un crédito que les permita siquiera soñar con una vivienda propia”.

La periodista añade que “quien trabaja en una maquila y quiere estudiar en una universidad pública no puede, porque los horarios no lo permiten. Las privadas existen, pero con el salario mínimo resulta imposible afrontarlas. Por eso muchos dejan la maquiladora cuando consiguen otro empleo más flexible”.

Galeano advierte que el fortalecimiento de la industria maquilera se cimentó además en un paulatino debilitamiento de la actividad sindical. Destaca además la visión de los empresarios y ejecutivos del sector: “desde el punto de vista económico, Paraguay vive un boom de inversiones en maquilas, lo que genera empleo formal. Pero estas fuentes de trabajo solo cubren necesidades básicas; no alcanzan para gastos extras en salud o educación, y cualquier imprevisto hace que el presupuesto familiar colapse”.

Los datos oficiales del gobierno indican que, en el segundo trimestre de 2025, la tasa de desempleo en Paraguay se redujo al 4,9%. En tanto, la Encuesta Permanente de Hogares sobre el departamento de Alto Paraná muestra que sobre una población total de más de 800.000 habitantes, de l617.996 se encuentran en edad laboral. De ellos, 361.970 están empleados, 20.170 se encuentran desocupados (11.967 hombres y 8.203 mujeres) y 256.026 forman parte de la población inactiva. “Estos números muestran que, pese al crecimiento del sector maquilador, la población ocupada sigue siendo relativamente baja frente al total de personas en edad de trabajar” concluye Galeano.

Denuncias

En los últimos años, distintas empresas de la industria maquiladora de Ciudad del Este fueron denunciadas por explotación laboral, siendo uno de los casos más visibles el de Hoahi S.A. La firma, instalada desde hace más de una década en Alto Paraná, se dedica a la producción textil a gran escala: fabrica mantas, medias, ropa interior, colchas, alfombras y otros artículos que luego se exportan bajo el régimen de maquila. La planta emplea a más de mil quinientas personas y opera con turnos extensos y un fuerte ritmo de producción impuesto por las cadenas internacionales para las que trabaja.

Las denuncias contra Hoahi surgieron a partir de testimonios de trabajadores que señalaron jornadas prolongadas por encima de lo acordado en los contratos, presiones para cumplir metas de producción y dificultades para acceder a la cobertura del Instituto de Previsión Social. También se registraron reclamos por pagos atrasados, descuentos indebidos y despidos de empleados que intentaban organizarse para reclamar mejores condiciones. En algunos casos, organizaciones sindicales y referentes locales denunciaron que la empresa impedía la conformación de delegados y mantenía un clima de intimidación puertas adentro.

A pesar de estos señalamientos, Hoahi continuó expandiéndose y recibiendo respaldos institucionales ligados a la generación de empleo, lo que despertó críticas sobre la falta de fiscalización real por parte del Estado. Los cuestionamientos provenientes de trabajadores, sindicatos y periodistas locales apuntan a que la lógica de funcionamiento de la maquila —atractiva para los inversionistas por su bajo costo laboral y sus beneficios fiscales— deja a los empleados en una situación de vulnerabilidad donde cualquier reclamo puede derivar en sanciones o despidos. El caso Hoahi se convirtió así en un ejemplo recurrente para describir la distancia entre los números oficiales que celebran el crecimiento del sector y las condiciones concretas que enfrentan miles de trabajadores en la frontera este de Paraguay.

Carlos M. tiene 24 años y vive en el barrio San Ramón, de Ciudad del Este. En julio de este año, Carlos decidió renunciar a su empleo en una maquiladora automotriz. “Yo estaba estudiando en la universidad, pero cuando mi novia quedó embarazada me postulè para trabajar en la empresa. Me tomaron por el salario mínimo y jornadas de seis días por semana de 10 horas. Tuve que dejar de estudiar. El salario no alcanza para nada y no hay incentivos estando allí adentro. Ahora estoy esperando terminar trámites para irme a vivir a Brasil” señaló el joven, graficando con su caso una situación generalizada.

Así, mientras la industria maquilera paraguaya lleva 25 años beneficiando únicamente a los capitales extranjeros y perpetuando la situación precaria de la clase trabajadora, en Argentina afloran propuestas de reformas laborales y construcción de escenarios que conducen al mismo lugar.