Libertarios eran los de antes: flores rojas y negras para Marcos Kanner

Sergio Alvez

Figura clave del anarcosindicalismo en Misiones, Marcos Kanner encarna una ideología libertaria que dista mucho de los usos actuales del término. Recordarlo, habilita a la reflexión en torno al modo en que ciertas metamorfosis semánticas imponen sentidos deformes sobre la memoria histórica y política.

En su errante devenir a través del tiempo, muchas palabras experimentan procesos de metamorfosis semántica, que transmutan sus sentidos originarios e incluso, en ciertos casos, desfiguran por completo el significado de aquello que alguna vez designaron. El término “libertario” es un ejemplo paradigmático. Su origen se atribuye al anarquista francés Joseph Déjacque, quien en un texto de su autoría titulado Del ser humano hombre y mujer - Carta a P. J. Proudhon (1857), erige el concepto de “libertario” como una alternativa a la noción de “liberal”.

Nacido en los suburbios de París, Déjacque es justamente considerado el “primer libertario” sobre la faz de la tierra. Durante la segunda mitad del siglo XIX, la palabra “libertario” empezó a ser utilizado como un reemplazo de “anarquismo”, designando a una ideología que en términos generales bregaba por una sociedad sin Estado ni clases sociales ni propiedad privada, con igualdad de género, en la cual los medios de producción debían ser controlados íntegramente por los trabajadores.

Humanisferio

Sobre este y otros preceptos, Déjacque alumbra otro concepto central en su pensamiento: el “humanisferio”. Se trata de una concepción del mundo que postula que todos los bienes son comunes; un colectivismo que entiende al sujeto de la propiedad no a partir del Estado o la comunidad nacional, sino de una construcción comunal.

La noción de “humanisferio” abarcó de manera prematura, un claro posicionamiento en favor del “amor libre”. Dice Déjacque: “hombres y mujeres hacen el amor cuando les place, como les place y con quien les place. Libertad plena y entera de una y otra parte. Ninguna convención o contrato legal los liga. La atracción es su única cadena, el placer su única regla”.

Apropiación

En la América Latina de principios del siglo XX, ser libertario implicaba luchar contra todo tipo de opresión, defender la justicia social y promover la autonomía individual dentro de una ética solidaria.

El ideario y la acción libertaria encontraron así, un cauce potente en el anarco sindicalismo. Y es aquí donde Argentina se convirtió en albores del siglo XX, en un faro de referencia para esta corriente política.

Hoy, tanto en Argentina como en otras latitudes, la palabra libertario es utilizada por sectores que reivindican la libertad económica extrema, desligada de toda responsabilidad social, plagada de preceptos conservadores. Ser libertario hoy, se expresa en el odio profundo al colectivismo, el desprecio a la actividad sindical, la negación de la igualdad de género y el aborrecimiento al concepto de justicia social.

Esta transformación diametral comienza a detectarse a partir de mediados del siglo XX, cuando en Estados Unidos, Murray Rothbard y otros personajes de la Escuela Austriaca (economistas liberal-clásicos) ejecutan apropiación consciente del vocablo, fundando el Partido Libertario (1971) y otorgando al término original una significancia completamente antagónica.

Kanner, el libertario

En la provincia de Misiones, uno de los principales exponentes del aquel libertarismo fue Marcos Kanner.

Hijo de un librero judío y huérfano de madre desde niño, Kanner nació en 1899 en Carlos Casares, provincia de Buenos Aires. Gran parte de esa infancia y la primera juventud vivió en Concepción del Uruguay (Entre Ríos), donde su padre abrió una librería llamada Juan Bautista Alberdi. El joven Marcos aprendió el oficio paternal y durante un tiempo atendió la librería.

En su primera juventud, Marcos incursionó por primera vez en la vida obrera al incorporarse al frigorífico Cándida –nombre puesto por su propietario, el entonces gobernador de Entre Ríos, Justo José Urquiza, en honor a su madre– que exportaba carnes saladas y cuero. Las carnes iban a parar a los estómagos hambrientos de los esclavos en Cuba y el cuero, a Europa. Trabajando allí, Kanner vivenció la degradación a la que eran sometidos los trabajadores, a partir de salarios miserables y la explotación como método de la patronal para obtener plusvalía.

“Esta situación provocó en él sentimientos de rebeldía que manifestó con la decisión de partir de su casa paterna, con la voluntad de proletarizarse y construir un destino ajeno a las creencias y valores que incorporó durante su niñez” explica la antropóloga Lida Martínez Chas, autora de una biografía sobre Kanner.

Mudado a la provincia de Santa Fe, Kanner establece contactos con el mundillo de los anarquistas de entonces, y se fascina especialmente con la figura de Arturo Dupont, libertario francés gracias al cual conoció La Liberté, un material escrito en francés que reproducía la toma de la Comuna de París, escrita por Piotr Kropotkin, uno de los autores más consultados por los contenidos didácticos que tenían sus discursos en la doctrina libertaria.

En 1919, Marcos es enviado al territorio nacional de Misiones como delegado de la Federación Obrera Marítima, con el objetivo de interactuar con otros sindicatos que comenzaban a operar en Posadas.

Ya en Posadas, ciudad portuaria unida a Encarnación (Paraguay) por el río Paraná, Marcos se instaló en el Hotel Majestic, ubicado estratégicamente frente a las oficinas de Dodero-Mihanovich, una de las compañías navieras que explotaba a su obreros.

“Desde ese espacio físico, Kanner promovió mitines y construyó adhesiones obreras que tensionaban el clima político regional. Además de las acciones en el territorio misionero, extendió también su militancia sindical a Encarnación (Paraguay), población integrante de la región histórica-política con las mismas problemáticas. Esto era, la necesidad de la federalización obrera con reorganización sindical para presionar mejoras laborales a los mismos patrones que unía el río Paraná en ambas orillas” indica Martínez Chas.

Los libertarios anarcosindicalistas propiciaban la acción directa como método de lucha sindical obrera. Ésta se hacía efectiva mediante las huelgas iniciadas por los sindicatos marítimos y del ferrocarril a fin de impedir la entrada al y del puerto de Posadas, de las mercaderías provenientes de Buenos Aires y Rosario.

La actividad de Kanner y la de otros libertarios de la región como Eusebio Mañasco, desembocaron por entonces en la primera huelga sindical en la historia de Misiones. Este conflicto histórico fue encabezado por los obreros marítimos del vapor español Nuñez-Gibaja-Martínez y tuvo lugar en 1917, como respuesta a la suspensión del pago por horas extras por parte de la patronal.

Primera toma libertaria de América Latina

El 20 de febrero de 1931, Kanner ocupó un rol determinante en lo que se conocería como La toma de Encarnación, suceso recordado como la primera toma libertaria de América Latina.

“La toma de Encarnación fue encabezada por un movimiento anarco-comunista inspirado en las ideas de Rafael Barret y en la Comuna de París, con la dirección intelectual de Oscar Creyd y Ciriaco Duarte, encabezado por Obdulio Barthe y por Cantalicio Aracuyú, y Marcos Kanner, en un operativo que duró 16 horas del día 20 de febrero de 1931. Sin derramamiento de sangre, las principales autoridades, encabezadas por el delegado de Gobierno, huyeron de la ciudad, que quedó al mando de los 150 revolucionarios que protagonizaron la acción”, cuenta el historiador encarnaceno Ramón Reverchón, en su informe Encarnación, ciudad con historia.

El escribano y ex vocero de la dictadura de Alfredo Stroessner, Juan Benítez Rickman, tiene una visión menos romántica de lo acontecido: “fue apenas un descabellado plan de atacar la ciudad de Encarnación donde un grupo armado a cargo de dirigentes comunistas se encargó de atacar la Delegación civil de la Ciudad, teniendo partidarios del movimiento guerrillero en las ciudades de Asunción y Villarrica. Luego de 16 horas de ocupación y de querer proclamar la primera república “bolche” en América del Sur, al ver que no tenían apoyo popular se internaron en los montes de entonces y luego retornaron a territorio argentino”.

En la toma, Kanner fue el encargado de oficiar de nexo organizativo entre los militantes de uno y otro lado del Paraná. Las reuniones organizativas del “soviet” se venían realizando ya desde principios de 1929 en un subsuelo del centro posadeño, siempre de madrugada.

El Comando Revolucionario se estableció en el cuartel de la Subprefectura del Puerto de Encarnación instalada en el depósito de la Aduana. Desde allí se nombró a Oscar Creydt (paraguayo, abogado, profesor universitario y militante comunista ) como Presidente de la República del Paraguay. A Kanner se lo nombró como subprefecto de la Aduana.

Entre otras consignas, la toma se había establecido en respuesta a la salvaje implementación del modelo agroexportador que regía en Paraguay, al igual que en Argentina, que venía provocando el empobrecimiento acelerado de miles de campesinos y obreros.

Tras 16 horas de toma, la revolución había sido abortada por las fuerzas militares paraguayas. Algunos revolucionarios fueron enviados a la Isla Margarita de Paraguay como presos comunes. Otros, detenidos y torturados en cárceles infrahumanas. Kanner, alcanzó a huir en la deteriorada embarcación paraguaya Bell, remontando el río Paraná hacia el Brasil. En su fuga acuática, Kanner y otros revolucionarios fueron perseguidos por la policía paraguaya, que se movía en embarcaciones mucho más veloces que la de los perseguidos.

En 1940, Marcos se instaló a vivir en la ciudad de Oberá, dónde continuó su labor militante afianzando la creación de más sindicatos como el de los Canillitas y de los Obreros Rurales de Oberá. También fue propulsor de la primera cooperativa eléctrica de la ciudad y llegó a ser candidato a vicegobernador de la provincia. En 1950, participó activamente del proceso de provincialización de Misiones. Cuentan que por esos años enseñó a leer y escribir a cientos de obreros rurales en los montes misioneros.

También en su estadía obereña –que duraría hasta su muerte en 1981– Kanner se interesó por temas vinculados al cuidado del medio ambiente y la literatura, y llegó a escribir una pieza teatral denominada La Epopeya del Té.

Kanner fue el primer periodista acreditado que tuvo Misiones –pese a que nunca ejerció la profesión más allá de los artículos escritos en el periódico anarquista Bandera Proletaria, dónde también escribía Mañasco- ya que a mitad del siglo pasado el director del diario Crítica, Natalio Botana, lo acreditó para que pudiera infiltrarse en determinados ámbitos de difícil acceso.

Kanner andaba siempre de alpargatas y sombrero. Podría decirse que militó hasta el último de sus días, aunque en los últimos años de a poco se fue desvinculando del Partido Comunista. Sin dudas fue un personaje ilustre al que la provincia le debe mucho, principalmente una reivindicación.

El poeta Alvaro Yunque dedicó a Kanner un poema titulado Sarambí:

Sarambí, gran compañero/ del mensú de los yerbales/ Por libérrimos ideales/ te sabés jugar el cuero/ con tu grito justiciero/ en la tierra guaraní/ trabajás ¡añá membuí!/ cara a cara del mandón/ porque sos todo un varón/ ¡Macanudo Sarambí!”.

Con apóstol y bandido/ la selva amasó este macho/ que se parece al lapacho/ por lo duro y florecido/ amado y aborrecido/ soñador y militante/ ¡Atrás! le ladra el bergante/ de la lata en la cintura/ y el Pueblo todo bravura/ el Pueblo canta ¡Adelante!

Otro artista, el célebre cantautor misionero Ramón Ayala, le dedicó dos canciones: Verde y Rojo, y El jangadero.