De mensú a gobernador: el peronismo de Aparicio Almeida

Sergio Álvez

Del ser el “hecho maldito del país burgués”, el peronismo vuelve una vez más –como en los noventa- a mostrarse en cierta medida como “el hecho burgués del país maldito”. Fragmentaciones innecesarias, cuadros en estado de descomposición moral y un reciente periodo de poder al frente del gobierno nacional (presidencia de Alberto Fernández), dan cuenta de un presente decadente para la fuerza política que supo constituirse como la herramienta histórica más importante de la clase trabajadora argentina en términos de poder real. No obstante, esta decadencia actual no deviene del todo en desesperanza, por diferentes razones. En primer lugar, porque si algo ha demostrado el peronismo a través de la historia –desde la década del cuarenta a esta parte- es su infinita capacidad para reorganizarse y fortalecerse aun en los peores escenarios y contextos (internos y externos). Pero además, por la fuerza y rebeldía que siempre supo emerger desde las entrañas del movimiento, como una reserva moral inagotable, para rescatar al peronismo de sus extravíos más profundos, y por ende, muchas veces, rescatar al pueblo argentino de las peores circunstancias, como ninguna otra fuerza política lo ha hecho a lo largo de nuestra historia.

En términos institucionales, el peronismo (PJ) en la provincia de Misiones no escapa al actual estado de putrefacción. Con una escandalosa intervención en marcha y legisladores nacionales como el secretario general del Consejo Provincial del Partido Justicialista, Alberto Arrúa, serviles alos delirios crueles de la aventura libertaria, el peronismo en Misiones, sin duda, supo de mejores épocas, y sobre todo, de cuadros políticos dignos.

Uno de estos cuadros del peronismo misionero, tal vez injustamente olvidado pese a la notoriedad de su pensamiento y obra, fue Aparicio Pereyra Almeida, quien supo ser gobernador del Territorio Provincial de Misiones entre 1947 y 1949, pero que además se constituye como uno de los fundadores del peronismo en la tierra colorada, contando además con un rol protagónico en el proceso de provincialización de nuestra actual Misiones.

Del yerbal a la Rosadita

Aparicio Pereyra Almeida nació en 1896, en el paraje Las Tunas, de la localidad de San José. Parte de su infancia transcurrió en el paraje Tacuaruzú, un territorio rural que hoy forma parte del municipio de Profundidad, sitio que al igual que San José integra el itinerario rescatado como “La Ruta Belgraniana”. También vivió en el norte provincial, puntualmente en Puerto Piray y posteriormente en la ciudad de Posadas.

Hijo de una familia de colonos, desde muy temprana edad, Aparicio trabajó como tarefero en yerbales del sur misionero, fue peón en obrajes forestales del norte y también trabajó como empleado en distintos comercios.

Desde su condición de trabajador muchas veces explotado, Aparicio adquirió la conciencia que le permitiría interpretar con claridad la imperiosa necesidad organizativa de su clase. Así se fue abriendo paso en el sindicalismo, militó en el socialismo y finalmente contribuyó de manera decisiva a la conformación del peronismo local, al punto de ser designado por el propio presidente Juan Domingo Perón como “gobernador en comisión” desde el 20 de enero de 1947 hasta el 30 de septiembre de ese mismo año, para pasar luego a ser gobernador titular hasta el 30 de septiembre de 1949. De este modo, Aparicio debe ser recordado como el primer gobernador peronista de Misiones.

Al momento de ser designado, Almeida era secretario general del sindicato de Empleados de Comercio, ya integraba el Partido Laborista, y oficiaba de director del semanario socialista “Yunque”.

Reseña la historiadora Nélida Gonzáles en su investigación titulada El Partido Socialista en los inicios del Partido Peronista en el Territorio Nacional de Misiones (1943-1947).

“Almeida vivió un breve periodo de su juventud en Buenos Aires, donde estuvo siempre vinculado a los sectores obreros tanto por haberse enrolado en el Partido Socialista como por su actividad laboral. Ya de regreso en Misiones, en 1943, la revolución triunfante del 04 de julio cambia la situación política del territorio, el gobierno municipal le encarga la organización y administración de la Usina de Posadas que estaba instalada en el puerto, misión que cumple con suficiente capacidad y honestidad. En este momento los integrantes del partido socialista local, del cual formaba parte, comenzaban a preocuparse por la simpatía que sentía por el nuevo movimiento político y su líder Juan Domingo Perón”

Ya en su primer discurso como gobernador del Territorio Nacional de Misiones, el día de su asunción, 20 de enero de 1947, Almeida dejó en claro un fuerte posicionamiento ideológico, basado además en su propia experiencia:

“Como hombre que he vivido mi vida desempeñando tareas o funciones de asalariado, pertenezco desde hace muchos años atrás al movimiento gremial de este territorio. Considero que el principal problema de Misiones es el problema obrero. No es de hoy que conozco a la masa obrera de Misiones; hace muchos años que tengo contacto con ella. La sé sufrida, estoica, valiente y de buena fe”.

Durante sus primeros meses en el gobierno, Aparicio Almeida se reunió con los principales referentes sindicales, a los fines de establecer acuerdos para la puesta en marcha de políticas favorables a la clase trabajadora. Como es recurrente en la historia argentina, hubo sectores del sindicalismo que adoptaron posturas pro patronales y por ende opositoras a las ideas de Almeida.

Una de las medidas importantes que adoptó el flamante gobernador fue la creación de “comisiones contra la especulación”, que fijaban controles y multas para aquellos comerciantes que vendían productos de primera necesidad por encima de los precios máximos establecidos.

Las listas en las cuales figuraban estos precios máximos, eran distribuidas de punta a punta del territorio provincial, y publicadas además en el Boletín Oficial.

El gobierno de Almeida tuvo a su cargo poner en marcha a nivel local el ambicioso Plan Quinquenal Nacional, lo que le permitió realizar obras viales (entre éstas la apertura de la ruta nacional 12) y otras de gran trascendencia para la provincia.

En lo social, durante su gobierno Almeida construyó 17 mil viviendas y logró ampliar la educación pública primaria y secundaria hacia numerosas localidades del interior provincial.

Por otro lado, Aparicio Almeida es indicado como uno de los dirigentes pionero en la apertura hacia la participación de mujeres en el peronismo de Misiones.

Alto (1,90), carismático y sencillo, la mayoría de las crónicas de época e incluso las cada vez más escasas reminiscencias actuales, hacen hincapié en la “honestidad” de Don Aparicio Almeida, un hombre que pasó sus últimos años en una modesta vivienda situada en adyacencias de lo que hoy es el predio de la multinacional SAMSA.

Su legado, aquí descripto muy sucintamente, forma parte de la rica y compleja historia del peronismo argentino, pero refleja además la calidad militante y humana de un dirigente de los que cada vez hacen más falta en este presente aciago.